jueves, 5 de diciembre de 2013

Historia de Hemeroteca. Las rutas arañuelas, en el siglo XIX

Esta semana volvemos a traer algo de la hemeroteca, ese pasatiempo que tenemos algunos en los ratos libres.
Y como estamos de puente, que mejor que un plan de varios días.
Os traemos un viaje desde Madrid a La Vera, pasando por el arañuelo, cruce de caminos, cañadas y cordeles, toda una épica de no hace mucho.Por aquellos románticos viajeros del siglo XIX y principios del XX que cruzaron nuestras tierras, les rendimos un homenaje, por enseñarnos lo hermoso del viajar

"Sí sois algo jinete (condición sine qua non); si contáis además con cuatro días y treinta duros de sobra, y tenéis , por último, en Navalmoral de la Mata algún conocido que os proporcione un caballo y un guía, podéis hacer facilísimamente un viaje de primer orden,—que os ofrecerá reunidos los múltiples goces de una exploración geográfico-pintoresca, el grave interés de una excursión historial y artística, y la religiosa complacencia de una de aquellas romerías verdaderamente patrióticas que, como todo deber cumplido, ufanan y alegran el alma dé los que todavía respetan algo sobre la tierra.,.
Podéis, en suma, visitar el Monasterio de Yuste.






Para ello... (Suponemos que estáis en Madrid)... empezaréis por tomar un billete, de berlina ó de interior, hasta Navalmoral de la Mata, en la « diligencia de Cáceres»,—que sale diariamente de la calle del Correo de esta antigua corte , á las siete y media de la tarde.

La carretera es buena por lo general, y en ningún paraje peligrosa, Pasaréis sucesivamente por la Dehesa de los Carahancheles , donde los artilleros tenían establecida su muy notable Escuela -práctica; —por las Ventas de Alcorcón y por Alcorcón mismo , que es como si dijéramos por el Sevres de los actuales madrileños ; — por Móstoles, donde os acordaréis de su órgano y de su célebre alcalde del año de 1808;—por Navalcarnero, uno de los principales lagares que surten á Madrid de peleón;—por Valmojado, que nada tiene de mojado ni de valle, pues ocupa un terreno muy alto y arcilloso;—por Santa Cruz de Retamar, abundante en carbonos y en fiebres intermitentes ; —por Maqueda, todavía monumental hoy, y tan importante en la antigüedad romana y en tiempos de nuestra doña Berengúela ;— y en fin, por Santa-Olalla, patria del historiador Alvar Gómez de Castro y del predicador Cristóbal Fonseca, ambos insignes;—con lo cual, al amanecer (dado que viajéis, como os lo aconsejamos, en primavera ó en otoño), os encontrareis en Talavera de la Reina, confirmada (supongo) recientemente con el nombre de Talavera de la República federal.

Ventas de Alcorcon

Dicho se está que hasta aquel momento no habréis visto casi nada, á causa de la oscuridad de la noche y de haber ido proveyéndoos de sueño , esto es , de dormición o dormimiento (como se decía antaño, para distinguir entre la gana y el acto de dormir), en lo cual habréis hecho perfectamente ; pues no os esperan grandes hoteles, que digamos, en toda vuestra expedición; — pero al llegar á Talavera, donde se detiene el coche una hora y se toma chocolate, despertaréis, sin duda alguna, y podréis ver al paso muchas y muy buenas cosas...

Por no meteros en más gastos, no suponemos que caéis en la tentación de pasar todo un día en aquella ilustre villa, cuna del ínclito Padre Mariana; rica de notables monumentos arquitectónicos; emporio dé los opimos frutos de todo el país que vais á recorrer; renombrada por sus barros cocidos, que os indemnizan del bochorno cerámico que pasasteis más aireas, y vecina del memorable campo de batalla en que españoles é ingleses dimos tan buena cuenta de José Napoleon, Sebastiani, Víctor y otros generales del imperio, puestos á la cabeza de 50.000 vencedores de Europa... De lo contrario, vierais allí, además de las murallas y la catedral, y los conventos y los palacios, los celebérrimos jardines y alamedas que forman un paseo público á la orilla del noble Tajo... Pero, ¡nada! vosotros vais á Yuste exclusivamente, y no podéis deteneros en parte alguna...

Heraldo de Talavera, 1929
Montaréis, pues, de nuevo en la diligencia, y dejando el gran rio á vuestra izquierda, y viendo siempre á la derecha la cadena del Guadarrama, que , con el nombre de 8ierra de Gredos y otros, ha de seguir hasta Portugal, continuaréis vuestro camino y cruzaréis por delante de la imponente villa de Oropcsa, de aspecto feudal, coronada por su viejo castillo y presidida por el magnífico palacio de los antiguos condes de Oropesa, hoy duques de Frias.,.—Como sabéis á dónde vais y por lo que vais, no dejaréis seguramente de saludar a la agradecido aquella villa, ni de pensar con reverencia en los mencionados condes, cuyos recuerdos habéis de encontrar íntimamente ligados con los del Monasterio de Yusté, y, cumplida esta obligación, pasaréis por la Calzada de Oropesa, último pueblo de la provincia de Toledo; entraréis poco después en Extremadura; y en fin, á eso de las doce del dia, os hallaréis en Navalmoral de la Mata.

Charles Clifford, 1858
En aquella importante villa, perteneciente á la provincia de Cáceres, cabeza de partido judicial y distante de Madrid 172 kilómetros, es donde os esperan el caballo y el guía. Dejaréis, por lo tanto, seguir a la diligencia su rumbo al Sud-Oeste, y vosotros tomaréis el sendero que preferían siempre los condes de Oropesa para dirigirse á Yuste desde su ya citada villa señorial, ora cuando el famoso Garci-Alvarez iba, á principios del siglo XV, á proteger la fundación del Monasterio, ora cuando un descendiente suyo acudía, «ciento cincuenta años después, á visitar á Carlos V ó á asistir a sus exequias. Es decir, que os encaminaréis al lugarcillo de Talayuela. (12 kilómetros); pasaréis por la barca del mismo nombre el caudaloso Tiétar, tan desprovisto de puentes; entraréis en la célebre Vera de Plasencia; y , por Robledillo de la Vera, iréis á hacer noche á Jarandilla.

De este modo, habiendo andado unas diez y siete horas en coche y unas seis leguas á caballo, os encontraréis, á las veinte y cuatro horas de haber salido de Madrid , á legua y media de Yuste, en una villa importante (Jarandina os cabeza de otro partido judicial), perteneciente también á los Estados de Oropesa ó Frias, en cuya casa solariega residió algunos meses el nietode los Reyes Católicos mientras acababan de disponerle sus habitaciones en el convento.

Retrocediendo á las orillas del Tietar, vamos á exponeros cómo y por dónde llevamos á cabo nuestra excursión al célebre retiro del que fue dueño del mundo.
Una legua más abajo de Talayuela, ó sea de su barca, hay una hermosa finca, denominada el Valdio, situada en una majestuosa soledad.

El Valdio forma una especie do anfiteatro sobre el Tiétar, que es su límite al Norte. En medio de este anfiteatro se eleva el caserío, teniendo al Sur un soberbio pinar y á los lados extensos bosques de robles ó de encinas. Por las ventanas de todas sus habitaciones, que dan al Septentrión, se descubre : primero, una faja de vega, de un kilómetro de ancho, que va á morir en el rio; luego, el mismo rio, orlado de pomposas arboledas , y , á su otra margen, un segundo anfiteatro, que es la Vera de Plasencia, y que termina en las nieves de las Sierras de Gredos y de Jaranda.

Las ventanas del Valdio dan, pues , frente al monasterio de Yuste, escondido en una leve ondulación de la falda meridional de la Sierra de Jaranda, pero cuya situación y cercanías se divisan perfectamente, — Es decir , que el Valdio y Yuste tienen un mismo horizonte y están incluidos en la misma cuenca general terreno por cuyo fondo corre mansamente el Tiétar, navegable en aquella región, y tan grandioso y opulento como el propio Tajo , á quien poco después rinde vasallaje.

Tres leguas escasas (dos á vuelo de pájaro) dista Yuste del Valdio, y nosotros, que residíamos accidentalmente en este último paraje, llevábamos más de un mes de contemplar á todas horas aquel otro solitario lugar , encerrado entre una gran sierra y un gran rio, sin más comunicación con el mundo que unas poco frecuentadas veredas, y donde había pasado los últimos dos años de su vida aquel que había llenado el universo con su nombre y sus hazañas , y cuyos dominios no dejaba nunca do alumbrar el sol.
Un porfiado temporal había ido retrasando la visita que desde que llegamos al Valdio nos propusimos hacer á Yuste, hasta que , al fin , llegó el buen tiempo, y el dia 3 de Mayo (del presente año de .1873) montamos á caballo; pasamos el Tiétar por otra barca, propiedad de nuestro amable y querido huésped; penetramos en la Vera de Plasencia, y nos dirigimos al insigne monasterio por el camino de Jaraíz.
"

Una visita al monasterio de Yuste, de Pedro Antonio de Alarcon, 1873


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